Me llamo Annie Plenge. Tengo 43 años, estoy casada y soy madre de tres maravillosos hijos de 11, 8 y 5 años.

Antes de ser madre, trabajé más de seis años en escuelas, inicialmente como profesora. A medida que avanzaba en mi formación académica, pasé al departamento de consejería, trabajando en varias escuelas y, finalmente, ingresé en un importante centro psicológico en Perú.

Durante esos seis años de trabajo escolar, también realicé dos másteres: uno en Familia y Orientación, y otro en Intervención Psicológica y Educativa en la Universidad de Navarra.

En 2013, quedé embarazada de mi primera hija y, con el apoyo de mi esposo, decidí abrir mi consultorio privado. Empecé con pocos clientes: familias que confiaron en mí y me dieron la oportunidad de crecer. Gracias a ellos, mi consultorio prosperó y mi trabajo empezó a hablar por sí solo. Lo que empezó discretamente pronto se expandió, atrayendo a clientes de todas las edades.

Mientras trabajaba en Perú, comencé a incorporar la cocina al apoyo emocional como herramienta terapéutica. Este enfoque resultó eficaz para ayudar a los clientes a regular las emociones y la ansiedad, mejorar la flexibilidad, abordar las dificultades de procesamiento sensorial y mejorar las habilidades de comunicación, entre otros beneficios.

En 2020, mi familia y yo comenzamos una nueva etapa al mudarnos a Suiza. No ha sido fácil, todo lo contrario. Pero después de un par de años, las cosas han mejorado significativamente. Todavía estamos aprendiendo a surfear la ola —a veces en la cima, otras simplemente dejándonos llevar—, pero seguimos adelante.