Durante la infancia y la adolescencia, los niños están naturalmente llenos de preguntas. Pero a medida que crecen, muchas de esas preguntas empiezan a chocar con muros como:
“No puedo ahora mismo.”
"Estoy ocupado."
“Pregúntame más tarde.”
Cuando no encuentran respuestas en casa, buscan en otros lugares: en amigos, redes sociales, foros, vídeos online… Y allí, sin filtros ni orientación, se encuentran con mensajes como:
“Todo el mundo lo hace, no es gran cosa”.
“Si algo se siente bien, no puede estar mal”.
“No se lo digas a tus padres. No lo entenderán”.
Así es como quedan expuestos a ideas distorsionadas sobre:
• Sexo y relaciones
• Consumo de sustancias
• Salud mental
• Dismorfia de la imagen corporal
• Violencia y autolesiones
Entonces, ¿qué podemos hacer como padres?
• Escuchar antes de juzgar
• Responda de manera honesta e informada.